Psicología Forense

El término forense proviene del latín fórum: Plaza o espacio público donde tenían lugar los juicios públicos en la época romana. Así pues, la Psicología Forense es la rama de la psicología encargada de colaborar con magistrados para resolver un proceso judicial, donde se encarga de recoger y estudiar todos los datos psicológicos que sean convenientes y apropiados en el marco de un juicio. Asesoramiento técnico/psicológico a jueces, fiscales, abogados, etc. Es decir, resolver y esclarecer las dudas (como experto en psicología forense) que tengan los profesionales de la justicia para una correcta resolución judicial. Por tanto, la Psicología Forense es una herramienta auxiliar de la justicia.
El informe pericial puede ser solicitado por el tribunal de justicia (si el juez debe tener en cuenta hechos cuya interpretación requiera conocimientos específicos), también solicitado directamente por las partes en litigio, o cualquier persona que necesite los servicios de un psicólogo forense (peritación privada).
ÁMBITOS DE INTERVENCIÓN EN PSICOLOGÍA FORENSE:
Penal, civil, familiar, laboral y del menor

1) Entrevista inicial:
La mediación potencia la capacidad de las personas para llegar a soluciones pactadas y beneficiosas tanto para los implicados como para los beneficiarios indirectos. Durante los últimos años se ha convertido en una alternativa demandada por personas que desean solucionar y gestionar diferencias, sin que sea un tercero el que decida por ellas (juez), responsabilizándose y haciéndose cargo ellos mismos de su propio conflicto de una forma pacífica. Tratando de evitar la evolución negativa y agravamiento de los conflictos. Por ejemplo ante la enfermedad de un progenitor dependiente, la mediación propicia que los hijos se reúnan con el fin de plantear alternativas que deriven en acuerdos satisfactorios para todos. Asimismo, en los casos de separaciones o divorcios la mediación facilita que ambos progenitores se impliquen en la toma de decisiones sobre los cambios que vivirán. Considerado como el procedimiento más idóneo para llevar a cabo una separación o divorcio matrimonial. Resultando más rápido que la vía contenciosa, disminuyendo el coste económico y emocional.